
Sin embargo, tiene razón Náfer, porque al calendario de hoy se registran cuestionamientos al estilo de Alejo para tocar su acordeón. Algunos folcloristas, incluso, insinúan que no había una pisada contundente a los botones del acordeón.
“En esa época nadie tocaba igual a otro y cada quién tenía su estilo y por eso ellos hablaban de rutinas: que la rutina de Alejo, que la rutina de Luis Enrique Martínez, cada quien le imprimía su valor, por eso Alejo no podía ponerse a tocar igual a Juancho Polo, por ejemplo, es tanto así que cuando grabó ‘Alicia Adorada’ no la grabó como Juancho, quien la tenía como un semipaseo, Alejo la hizo con la métrica precisa que es un son, y así hizo con todo”, afirmó Murgas.
Aun así, Beto es enfático en que para ese entonces sí existía una diferencia con los músicos nacidos en Valledupar, “pues quizás no fue ese virtuoso como los de por aquí, que tenían un estilo diferente, pero era el que decían que tocaba mejor los bajos y por aquí había uno virtuosos en eso, pero Alejo fue una persona muy respetuosa de los demás, porque él sí dijo en una ocasión que antes no se diferenciaban los ritmos y que cada quien tocaba los bajos como fuese y que fue Chico Bolaños quien implantó cómo debía tocarse cada aire: Alejo le reconocía los méritos a los demás”.
El Paso, la fuente
Náfer considera que la fuente del talento de los Durán es El Paso, municipio en el que nacieron. Allí, por ejemplo, él aprendió a ejecutar el tono menor..
“Eso de nosotros es dinastía. Esto del acordeón no lo enseña nadie, va naciendo en uno”, aseguró.
Dentro del océano de sus recuerdos está que cuando empezó a tocar acordeón no le pagaban, “porque la música del acordeón no tuvo ese valor comercial, sino desde el Festival Vallenato para acá”.
De los Durán, el primero en saltar a los estudios fue Luis Felipe, quien lo hizo en 1949, en Barranquilla, bajo el sello Tropical.
“Los acordeoneros de ‘peso’ en esa época eran Luis Enrique Martínez, Abel Antonio Billa, Pacho Rada y el guitarrista Guillermo Buitrago, quien empezó a introducir la música vallenata en sello Fuentes, en Cartagena y Barranquilla, con paseos de Escalona”, rememoró Náfer.
Las experiencias que cada uno de los Durán tenía con el acordeón se las compartían entre ellos, se intercambiaban conceptos y apelaban, como ha insistido Náfer, en fijar las bases de una dinastía. “Nosotros fuimos y somos una familia muy unida, tanto es que en El Paso hay unos hijos de Alejo que cantan y tocan igual a él”, sin embargo, no llegaban al punto de hacerse sugerencias sobre cómo tocar el acordeón, “no tenía que enseñarle el uno al otro, sino que se inspiraba cada uno, porque además no habían los pentagramas”.
Algo particular que selló los triunfos de Alejo y Náfer es que tocaban, cantaban y componían sus propias canciones.
Riqueza en letra
Marciano Martínez es uno de los mayores referentes en la composición vallenata. Sus letras han vencido las fronteras de los países y contribuido al posicionamiento mundial del vallenato y hoy reconoce en Alejo Durán el talento que tuvo para escribir canciones.
“Los juglares fueron personas sin estudios y empíricos, pero lo que hay que admirar del maestro Alejo es la cadencia de la nota; no fue un músico versátil, pero tenía una melodía de las que se inmortaliza, una música que los errores que pudiera tener de expresión pasan desapercibidos, porque ellos son las raíces del folclor, hablo de Alejo, de Luis Enrique, Colacho, El Viejo Emiliano, que todo lo que hicieron fue a flor de campo”, indicó Marciano.
El mismo Martínez señala que “fui muy admirador de la música de Alejo, aunque más de Luis Enrique, quizás por la cercanía, pero a esos grandes juglares los admiro: a Julio de la Ossa, a Aniceto Molina, César Castro, de ellos aprendí a amar el vallenato”.
De las canciones de Alejo Durán, Marciano Martínez resaltó ‘La Muchachita’ y ‘Los Campanales’, “porque tienen melodías insuperables”.